viernes, 13 de abril de 2012


DRAMA PASIONAL Y EL NACIMIENTO DE MI SOBRINA LEONOR

Por: Roberto Antonio Lizarazu

Como conocía a las familias involucradas en este incidente, cuando joven me había prometido que no escribiría nada del asunto hasta pasados cincuenta años. Pero ahora ya pasaron los sesenta años y deseo narrarlo porque no deben ser muchas las personas que sean testigos de  esta circunstancia.

A mediados del año 1952, una pareja de novios y sus trágicas desventuras amorosas sirven de detonante para dividir a nuestro pueblo, Monte Caseros, en lo más profundo de  sus viejos rencores sociales, políticos y familiares. Algo así como Montescos y Capuletos del tercer mundo.

Una pareja de novios, en un paseo por la costa del río, finaliza con la joven muerta, ahogada en el río; y el novio a salvo.

El  novio era Miguel Angel Gogorza (Pototo Gogorza) hijo de Miguel Gogorza, de familia antiperonista declarada, vivían en la calle de la tienda La Luz que iba al regimiento, y tenían una estación de servicio y almacén. 
La novia, cuyo apellido era Aubel,  era de familia de ferroviarios, peronistas y medio escalón menos en la escala social que el novio.

Ese medio escalón no era poca cosa. Por ejemplo la familia del novio concurría al Club Progreso y la familia de la novia al Club Artesanos, y así con otros detalles de la vida social pueblerina, siendo estos ínfimos detalles los que  resultaban determinantes para la división que se produjo.

La sociedad montecasereña se dividió totalmente en: los Pro novio y los Pro novia.

Los Pro novia reitero, ferroviarios y peronistas comenzaron a realizar asambleas y manifestaciones callejeras, que serían lo que hoy en la modernidad denominamos “escraches”, reclamando justicia y el esclarecimiento del hecho, por supuesto culpándolo al novio de lo sucedido.

Los Pro novia,  realizaban marchas nocturnas provistos de antorchas en dirección a la Plaza Colón, que estaba la Municipalidad y pasaban frente a nuestra casa en la calle Alvear. El espectáculo era realmente impresionante. En un pueblo donde los cortes de luz duraban varios días y donde en invierno  la noche llegaba apenas pasadas las seis de la tarde, en la más absoluta oscuridad, ver pasar una manifestación de personas entorchadas no era para espíritus medrosos.

Estos sucesos convulsivos, inesperadamente afectaron a integrantes de mí familia que trataré de narrar. Como la novia, la fallecida era hija de ferroviarios, la autopsia del cuerpo se realizó en el Hospital Ferroviario de Monte Caseros, cuyo director y responsable de la autopsia fue el médico Juan Francisco Areta (Chelín), casado con una prima hermana de mi padre, de nombre Sara Sagarzazu. A su vez un hermano de Juan Francisco Areta,  que también era médico, “Chopo” Areta trabajaba en el mismo Hospital Ferroviario.

En medio del proceso de manifestaciones y escraches, en un momento determinado de estas acciones, y cuando ya se había realizado la autopsia, la  que  desligaba al novio Gogorza de responsabilidades  en la muerte de la novia,  Areta (el hermano de mi pariente)  cuando se retiraba en auto del Hospital, uno de los manifestantes le gritó ASESINO.  Como era de rigor en esos tiempos arcaicos, Chopo Areta se bajo del auto y se agarró a trompadas con el insultante.

Pero casualmente en momentos  de todo ese proceso convulsivo, a principios de diciembre de l952, mi hermana Lupe no tiene la mejor idea que tener su primera hija, llamada Leonor. Por supuesto el parto se realiza en el sanatorio de nuestro pariente Juan Francisco Areta, en la calle Colón 1386, que estaba anexo a la casa familiar. La casa familiar, el consultorio, la sala de operaciones y parto, todo formaba una unidad y todo era una verdadera romería, la gente entraba y salía de la sala de partos como de su casa y me acuerdo perfectamente que un enfermero de Areta andaba con un revolver en la cintura, que por mi experiencia actual calculo sería un 38 largo. Afuera se esperaba en cualquier momento una manifestación con antorchas de los  Pro novia, y adentro en medio de un desorden total, nacía mi primera sobrina, Leonor Acuña, la noche  del  9 de diciembre de 1952.

Muchos años después, cuarenta años después,  un ferroviario Héctor Fucinato, me comentó sus propios recuerdos de esos incidentes y según él, la persona que se bajó del auto y se agarró a trompadas no era como yo suponía el hermano menor de mi pariente Areta, sino que era él mismo Juan Francisco Areta.  Además agregó una anécdota que se me ocurre, debe ser solamente un chiste de pueblo chico para divertirse barato.

Me contó que al poco tiempo, el insultante, que era ferroviario se enfermó de hemorroides y fue a verlo a Areta a su consultorio como paciente.

Según Fucinato,  Areta después de observarlo detenidamente, se dirigió a una enfermera y le dijo: señorita alcánceme un par de guantes bien gruesos.
 




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