lunes, 30 de agosto de 2010

1900/1940 de restingas y jangadas en Monte Caseros

Por:Roberto Antonio Lizarazu 
En Monte Caseros, Corrientes, la restinga de Santa Rosa se denomina La Cachuera, y probablemente sea La Cachuera, juntamente con la notable circunstancia de que todas las calles de Monte Caseros sean amplias avenidas, las características más relevantes de nuestro pueblo.
Como dije La Cachuera es una restinga, o sea una formación rocosa que va de lado a lado del Río Uruguay y su nombre geográfico correcto es: Restinga de Santa Rosa, y lleva ese nombre porque enfrente a Monte Caseros, río de por medio, se halla ubicada la ciudad uruguaya de Santa Rosa, la que luego de finalizada la Guerra de la Triple Alianza, fue denominada Santa Rosa de la Bella Unión. A veces, y según las vicisitudes políticas de los uruguayos, se la denomina Santa Rosa y otras Bella Unión, pero pocas veces con su nombre completo.
La palabra brasileña cachuera proviene de la deformación del portugués cachoeira que quiere decir: Cascada o salto de agua. La palabra cachuera se utiliza además de Corrientes,  en Misiones y en el Estado de Río Grande del Sur (Brasil).
En realidad Monte Caseros tiene dos restingas, la de Santa Rosa ubicada a la altura del kilómetro 492 (kilometraje del Río Uruguay) y la Restinga de San Pedro a la altura del kilómetro 520.
Al finalizar cada verano, La Cachuera nos regalaba un espectáculo inolvidable, el arribo de las jangadas que provenían del norte de nuestra provincia, de Misiones y del Sur de Brasil, utilizando el Río Uruguay como vía marítima para el transporte de los rollizos.  Los de cedro macho (cancharana) constituían el centro de la jangada por su gran flotabilidad.
La Cachuera se convertía en un atracadero natural de las jangadas y de un día para el otro agrandaba su extensión en varias hectáreas.
Era un espectáculo observar desde la lomada del río, las diversas jangadas con una casilla a dos aguas levantada en el centro de la misma de rollizos de cancharana, formando un sector cuyos troncos estaban unidos por cadenas-
Dos o tres prácticos en esos menesteres, los jangaderos, manejaban cientos de toneladas, ayudados por un pequeño bote que llevaban encima del sector central que estaba encadenado. Todo el resto de rollizos de timbó, lapacho, virapitá peteribí y otros, se movían independientemente y por la inercia de la simple correntada del río.
La casilla que llevaba la jangada servía de dormitorio y de cocina, además de depósito de las vituallas para cocinar. Hay que tener en cuenta que una jangada que partiera desde Ítaca ruaré o desde Panambí, que eran los lugares donde se centralizaban los troncos que provenían de Apóstoles, de Concepción de la Sierra o de Oberá, con todas las paradas que realizaba para dejar sus encargos en cada sitio determinado, para llegar a Federación demoraba por lo menos tres semanas de viaje.  Similar sistema de trabajo se realizaba desde la costa brasileña, donde se formaban otras jangadas con igual destino.
Los prácticos jangaderos viajaban pertrechados de armas largas en razón de la existencia de los llamados “pescadores de troncos” que casi siempre en horas de la noche intentaban pescar algún tronco que les salvara el mes.
En Monte Caseros quedaban unos pocos rollizos y algunas vigas de maderas muy específicas que en nuestro Departamento no había, para bastecer a los aserraderos locales, y el grueso de la jangada llevaba como destino final la ciudad de Federación (La Vieja), que en esa época se había convertido en un centro importante de aserraderos.  El motivo era que como por Salto Grande era casi imposible pasar, los rollizos se aserraban en federación y la madera se transportaba desde allí, ya aserrada hacia el sur, hacia Buenos Aires por ferrocarril.
Supongo que debo ser de las últimas personas que fueron testigos presenciales de este singular medio de transporte, por que unos años más tarde la carreteras asfaltadas y el camión y sobre todo la apertura del complejo ferrovial Zárate-Brazo Largo, se impusieron por su practicidad y su economía al ya lejano sistema de transporte de rollizos por medio de jangadas en nuestro querido Río Uruguay.

12.10.1892: El monumento a Cristóbal Colón en la plaza homónima de Monte Caseros.

Por:Roberto Antonio Lizarazu
En marzo de 1892, faltando seis meses para la conmemoración del IV Centenario del Descubrimiento de América, representantes de las colectividades españolas e italianas de Monte Caseros, agrupados en la Sociedad Española de Socorros Mutuos y la Sociedad Italiana, unen sus esfuerzos en un proyecto en común.
Este proyecto mancomunado es, nada más ni nada menos, que erigir un monumento a Cristóbal Colón en la plaza principal de Monte Caseros.
Se da en ese momento no solamente en nuestro país, donde hubo varios reconocimientos expresados en actos, bautismos de ciudades y calles, teatros, etc. etc. Centrados como síntesis en la figura y la obra del Gran Almirante, si no en toda Latinoamérica, un generalizado movimiento que tendía además de homenajear a la figura de Cristóbal Colón, a los dos países que se relacionaban con su persona y su sorprendente epopeya histórica. A Italia su país de nacimiento y a España la promotora de sus viajes.
Por otra parte para esa fecha, tanto Argentina como España ya habían concretado con varios convenios todo el proceso político, comercial e inmigratorio tendiente al definitivo cierre de las heridas producidas por la Guerra de la Independencia.
La expresión “Madre Patria” comienza a generalizarse de manera oficial, precisamente en 1892 en los festejos del IV Centenario del Descubrimiento de América y para 1910 ya su uso es habitual y masivo.
El 3 de agosto de 1892 se pone la piedra fundamental y el 12 de octubre del mismo año se inaugura simbólicamente el monumento, en razón que estaba construido solamente el basamento, obra de los constructores italianos y por supuesto vecinos de Monte Caseros, Juan Bautista Gilardoni, Cipriano Téppani y los hermanos Gabardi.
La estatua fue realizada en Buenos Aires en el estudio del escultor y arquitecto uruguayo José Raffo y recién colocada en su lugar al año siguiente, en 1893. El arquitecto José Raffo era un destacado profesional que realizó importantes obras escultóricas y arquitectónicas en ambas márgenes del Río de la Plata. Probablemente la más significativa de ellas sea el notable edificio -actualmente declarado edificio de interés histórico- donde en la actualidad tiene su sede el Museo Figari en la Ciudad Vieja de Montevideo, en Juan Carlos Gómez 1427 a cincuenta metros de la Plaza Matriz de esa ciudad.
Nuestra plaza se denominaba desde su fundación, 9 de Julio, y era la plaza principal de nuestro pueblo. Donde se ubicaba la Municipalidad, La Policía y varios de los edificios públicos y privados más representativos de Monte Caseros. Con los años pasó a llamarse Plaza de Colón y luego directamente Plaza Colón. Como rareza podemos señalar que por diversos motivos, varios de ellos mucho más mundanos que celestiales, la Iglesia no se encuentra en la plaza principal, pero eso da lugar para otro comentario.

lunes, 23 de agosto de 2010

Joan Bright Astley, una Casereña ilustre

 Por: Juan Abel Angélico
Pocos Correntinos saben que la escritora Joan Bright Astley era hija de nuestro pueblo,  nació en Monte Caseros (Corrientes, Argentina) en la vieja Estación del Este, el 27 de  Septiembre de 1910. Su padre era funcionario de la empresa inglesa del ferrocarril, su madre una institutriz escocesa.
Fue secretaria de Winston Churchill durante la segunda Guerra mundial. Por su trabajo, al finalizar la guerra, fue distinguida con la condecoracion “Officer of the Order of the British Empire“ por el imperio Británico
Se casa con el Coronel Philip Astley 1949, quien fallece en 1958.
En 1971, Joan Astley escribe sus memorias en tiempos de guerra, con el nombre “The Inner Circle: a View of War at the Top”.
Joan Bright Astley muere en la navidad del 2008
De acuerdo con Samantha Weinberg, autora del libro “The Moneypenny Diaries”, Astley es uno de las tres o cuatro mujeres utilizados por el célebre escritor Ian Fleming como inspiración del personaje de la señorita Moneypenny , secretaria en la saga de James Bond
  Foto de la Estacion del Este: Perteneciente al archivo de la Docente Casereña Mariela Zaupa , amiga nuestra

1947 - Simulacros de oscurecimiento y bombardeos sobre Monte Caseros

 Por:Roberto Antonio Lizarazu
Visto desde la mirada de un gurí, que recién comenzaba la escuela primaria, ese invierno de 1947 no fue un invierno cualquiera.En plena primera presidencia de Perón y estando a cargo de la Intendencia Municipal el señor Carmelo Peroni, de entrada nomás, el 19 de julio el pueblo recibía la visita del Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea de la Nación, el Brigadier General Oscar Eduardo Justo Muratorio, quien acompañado por numerosas delegaciones militares y civiles de diferentes  puntos de nuestro país, se hacen presente en nuestro pueblo con el objeto de inaugurar el Aero Club Monte Caseros.
Inmediatamente después y como el gobierno nacional consideraba la hipótesis de conflicto de un probable enfrentamiento bélico con Brasil, juntamente con el recordado proyecto de la creación de un ejército de 100.000 hombres,  tanto en Monte Caseros como igualmente en otras importantes ciudades del litoral, se realizaron simulacros de bombardeos nocturnos y de oscurecimiento. Esos simulacros formaban parte de las maniobras militares que en ese momento se estaban realizando de manera generalizada en toda la Mesopotamia Argentina y se encontraban previstos en el Capítulo de los Planes y Actividades Militares del Primer Plan Quinquenal del gobierno nacional de ese momento.
Recuerdo que en Monte Caseros, los preparativos para hacer los simulacros de oscurecimiento que duraron una semana completa, no presentaron grandes dificultades, por que todos los vecinos estábamos acostumbrados a los apagones de la usina de Balbi, que duraban varios días y ya estábamos entrenados desde siempre para hacer oscurecimientos diurnos y nocturnos.
Lo que si dio que hablar por largo tiempo entre nosotros la gurisada, fueron los simulacros de guerra y los de bombardeos.
Yo ya concurría al primer grado superior en la Escuela Nº 32, y en esos días el tema obligado era precisamente comentar, tanto en la Escuela como con nuestros amigos de la cuadra,  lo que ocurría a nuestro alrededor en pleno pueblo, de todos esos aprestos bélicos y teniendo como potencial enemigo, precisamente,  al vecino de la vereda de enfrente del río.

Por el pueblo andaban los soldados de las distintas unidades, todos vestidos de combate, cargando además de diversas armas, unas mochilas de considerable tamaño que sorprendían a nuestra infantil imaginación. Era como tener las cintas  de guerra en la esquina de la casa.
Recuerdo que además de los soldados de a pié, también  se veían por las calles del pueblo, unos carromatos de cuatro ruedas, tirados por dos caballos, que transportaban soldados de un punto a otro del pueblo y a los que , dada la poca velocidad que llevaban, nosotros seguíamos en bicicleta a una prudencial distancia.
Cuando los carromatos paraban, nosotros parábamos y cuando ellos regresaban, nosotros hacíamos lo mismo.  Así pasábamos los días mirando los aprestos bélicos.
Estos eran los simulacros diurnos, los nocturnos ya eran más imaginación que realidad. Todos ellos duraron una semana y honestamente creo ahora que no debería ser verdad, pero nosotros los gurises estábamos convencidos que los aviones, que efectivamente se oían pasar de noche,  pasando tres o cuatro veces por noche, arrojaban bolsas de arena sobre las casas del pueblo simulando un bombardeo. Uno de los integrantes de la gavilla, Chichura, que es el sobrenombre de mi gran amigo de toda la vida Alberto Gogorza, nos convenció a todos que en el fondo de su casa el había visto  una de las bolsas de arena que tiraban los aviones.
De gurí, estaba convencido que era verdad; luego ya de adulto supuse que se trató de una tomadura de pelo que nos hizo Chichura a todos. Pero ahora de viejo, y después de ser testigo de los dislates más disparatados que ocurrieron en nuestro país, ¿No podría ser verdad lo que   Chichura decía  que él había visto en el fondo de su casa? Ahora de viejo tengo mis serias dudas.
Así como llegaron al pueblo de manera sorpresiva los simulacros y las maniobras, así pasaron, sin pena ni gloria. Solamente sirvieron para distraernos de nuestra principal actividad que en esa época del año constituían las pandorgas y cuantas “yilé” había que atar en sus colas para poder cortarle el hilo al competidor. Eso sí que era importante para nosotros la gurisada, lo otro solamente eran  juegos de guerra de adultos inmaduros

La desaparecida Plaza de la Independencia en Monte Caseros y algunos sucesos trascendentes que ocurrieron en ella

 Por:Roberto Antonio Lizarazu
En la manzana que ya en la década de 1950, estaba construida la Escuela del Centenario o Escuela Nº 88, y en su piso superior funcionaba el Colegio Nacional de Monte Caseros, fue durante varias décadas,  un simple baldío rodeado por algunos eucaliptos y casuarinas que llevaba el nombre de Plaza de la Independencia.Esta Plaza de la Independencia, que reitero era un amplio baldío, cumplió en el período que mencionamos  de varias funciones y alternaba con la 9 de Julio, la actual Plaza Colón,  en ser el lugar de diversas actividades públicas, deportivas,   sociales y judiciales. Esta alternancia se debía a la estratégica ubicación de la Plaza de la Independencia, que quedaba prácticamente en el centro geográfico del pueblo.
Por ejemplo en ella,  el 11 de marzo de 1877 fue fusilado públicamente Elauterio (sic) Portillo (alias) Mendieta quien el 12 de marzo de 1875 había asesinado en Puerto Ceibo al comerciante español Don Juan Alari. Los motivos de esta muerte fue una conjunción de razones pasionales y económicas que como se puede observar por el resultado de la sentencia a que se arribó, no sirvieron de ningún atenuante.
Probablemente la actividad social de mayor relevancia en la Plaza de la Independencia se realiza con motivo de los festejos del Primer Centenario de Monte Caseros en el año 1929.
Esta primera celebración (existe una segunda en 1955) del centenario de su fundación está fundamentada en que el 5 de octubre de 1829, siendo Gobernador Don Pedro Dionisio Cabral, el Congreso de nuestra provincia aprueba la Ley Nº 239 por medio de la cual se autoriza a “formalizar una población” en el Paso de Higos, accediendo a un requerimiento del Comandante Militar de Curuzú Cuatiá Teniente Coronel Manuel Antonio Ledesma, ante las incursiones de indios orientales que provenían desplazados de la actual ciudad de Santa Rosa de la Bella Unión que ya había sido fundada en 1828 con el nombre  de Santa Rosa; y que tenían como objetivo el robo de ganado y el saqueo de precarios  puestos  del  lado occidental del río que se hallaba en ese momento totalmente indefenso ante los malones de indios orientales.
Esta población de Paso de Higos o Paso de los Higos, según diferentes documentos, que efectivamente se concretó, careció de una continua y permanente radicación poblacional.
Pasado un siglo de la promulgación de la Ley Nº 239, el 5 de octubre de 1929, el Gobernador de nuestra Provincia, el doctor Benjamín S. González, preside los distintos actos conmemorativos. El Gobernador González  viajó acompañado por el Vicegobernador el doctor Erasmo Martínez y este viaje a Monte Caseros constituyó uno de sus últimos actos protocolares en razón que sus funciones cesaron el 30 de noviembre de 1929.
En ese momento en Monte Caseros, presidía la Municipalidad, el Interventor designado por el gobierno provincial, Don Francisco G. Albisu. Hay que tener en cuenta que los Departamentos Provinciales estaban a cargo en ese momento de Presidentes Municipales, institución ésta que perduró entre 1867 y 1941. Recién en este último año se establece en nuestra provincia la organización de las actuales Intendencias Municipales con sus correspondientes Concejos Deliberantes.
Tampoco se puede dejar de mencionar que nuestro pueblo en tres años, entre 1929 y 1931, contó con la nada despreciable cantidad de diez (10) Interventores Municipales que se alternaban en su ejercicio, debido a los crónicos conflictos irresueltos entre autonomistas y liberales. Todo muy poco serio.
Pero volvamos a lo nuestro. Estos actos en la Plaza de la Independencia constituyeron los que podríamos denominar “actos ecuestres” como carreras de sortijas, varias pruebas de destreza y hasta un par de cuadreras, de las cuales  se registra en las crónicas que el señor Gobernador era un ferviente aficionado, y en la Plaza Colón las actividades cívicas, habitualmente “pedestres”, como por ejemplo los desfiles escolares, la actuación de bandas de música y otras.
Un par de décadas después, en nombre del progreso se ocupó ese espacio vacío de nuestro pueblo y sin ningún reparo se edificó en su nombre, sin tener en cuenta el beneficio que tendría para las generaciones futuras el contar con una plaza en pleno centro geográfico de Monte Caseros. La Escuela Nº 88 la cual bien podría haber sido edificada en cualquiera de los amplios baldíos existentes en ese momento, que eran muchísimos, y no construirla en una manzana que estaba prevista como  plaza pública de acuerdo al proyecto realizado en  la ampliación del Agrimensor Carlos Wybert quien desde diciembre de 1870 a marzo de 1871, había realizado el amojonamiento del pueblo y establecido la primera ampliación de la planta urbana, determinando tres plazas para el proyecto de ampliación mencionado.
Años después igual suerte corre otra plaza, la Plaza de la Iglesia,  en la cual en la década de 1940 se levantaron las instalaciones de Obras Sanitarias, desapareciendo también  del proyecto urbanístico  del Agrimensor Carlos Wybert.
De las tres plazas que fueron proyectadas en 1870 para la parte céntrica de nuestro pueblo, hoy después de trece décadas queda solamente una, la actual Plaza Colón. Por supuesto todo ello realizado en nombre del incontrastable progreso.

Las langostas y DDT llegaron a Monte Caseros

Por:Roberto Antonio Lizarazu
En los otoños de 1946 y 1947, Monte Caseros sufrió la invasión de impresionantes mangas de langostas que no solo tapaban el sol, si no que limpiaban todo lo que se veía verde. Árboles, plantas, quintas, jardines, el simple pasto, ni hablar de los sembradíos, desaparecían en pocos minutos ante nuestros asombrados ojos infantiles y en la más absoluta oscuridad. No es que el día se nubla, queda de noche.
En ambas oportunidades yo fui  testigo presencial, pero en la segunda oportunidad en 1947,  ya concurría a la Escuela 32 y directamente se suspendieron las clases. Suspender las clases en esos años era algo impensado y se consideraba la medida de una gravedad extrema. Volvíamos todos, maestros y gurisada, caminando por el medio de las amplias calles de tierra, asombrados del inusual espectáculo.
Algunos de nosotros, armados de ramas de paraíso espantábamos las langostas y los vecinos encendían fogatas con pasto mojado para que hiciesen humareda.
Cuando llegamos a casa, Damiana Fleitas, la señora que trabajaba en nuestra casa, y que ya había visto varias de estas mangas, nos indicaba: Hay que hacer mucho tatatí con pasto verde.
Por supuesto lo de las ramas de paraíso servía nada más que como un juego y para que no molestemos dentro de la casa, por que espantar no espantábamos a nadie. Lo del tatatí algo servía, pero cada vez se ponía más oscuro y llegaban más langostas. Estas se retiraron solas después a la tarde, luego de varias horas y cuando ya no había nada más verde que comer.
Pasados unos diez días, una mañana, varios de mis compinches integrantes de la gavilla, llegaron a casa en bicicleta y en la puerta del zaguán, se pusieron a llamarme con sus timbres, alarmando a la familia y a toda la cuadra.
-Roberto, Roberto, agarra la bicicleta que tenemos que ir a la Estación que viene dedeté.
-Gritando contesté: Yo no lo conozco a ese…. En ese momento debo de haber dicho alguna mala palabra en guaraní, por que mi hermana Lupe que era mi correctora personal de lenguaje y urbanidad -tareas en que fracasó totalmente- me dio un fuerte coscorrón.
Al final fuimos todos en bandada a la Estación a recibirlo, al para mí ignoto, dedeté. Recién en la Estación me enteré de quien se trataba.
Casualmente, el nombrado DDT fue depositado en la calle Alvear cerca de casa, en la vereda impar al 700 en un galpón que existía de Agronomía, no sé si de la Provincia o de la Nación y varios días posteriores, una de las paradas de nuestros paseos en bicicleta consistía en ir a visitarlo, pasando por la vereda del depósito. El galpón tenía sus persianas siempre cerradas y solo se apreciaba un profundo y desagradable olor, y las veredas siempre manchas de blanco.
El tema de que las soluciones lleguen varios días después de los problemas, no es nuevo, es de larga data. Lamentablemente, demasiada larga data.


sábado, 21 de agosto de 2010

Ricardo E. Sagarzazu

Ricardo E. Sagarzazu es, ante todo, un generador de obras. Su nombre pertenece a Monte Caseros porque allí nació, el 7 de mayo de 1912, y porque le dedico 45 años de investigación histórica, convirtiéndose en el primer historiador que abarca la totalidad del pasado montecasereño, desde la historia natural de su suelo, la prehistoria aborigen y el pasado que abarca la fundación y poblamiento del pueblo. Fue alumno de la entonces Escuela Provincial del Centenario, de Isabela Macfarquhar - lecciones que le dejaron indeleble marca - y posteriormente, en Buenos Aires, del colegio Euskal Echea, favorito de las antiguas familias de origen vasco. Más adelante, requerimientos de su ocupación lo llevaron a emprender estudios de aeronavegación y meteorología en el Instituto de Aeronáutica de la Fuerza Aérea; allí adquirió los conocimientos técnicos que se tradujeron en pericia para manejar cartografía.
Agente del primer correo aéreo argentino, Sagarzazu seria parte de la historia misma de la aeronáutica comercial jurito a los pioneros Newbery, Saint Exupery y Almonacid.
En 1944 funda y preside la Junta de Estudios Históricos de Monte Caseros desde donde realiza el más completo relevamiento documental concretado hasta hoy. Colabora en la puesta en marcha del primer establecimiento de estudios secundarios que tuvo
Monte Caseros, el Instituto Sarmiento. Surgido en 1942
Hacia 1950, la falta de energía eléctrica que sufría el pueblo, impulsó a Ricardo Sagarzazu a revitalizar un proyecto hidroeléctrico que nunca se había realizado sobre el rio Uruguay. Con el apoyo de clubes de servicios, gestó un movimiento de alcance internacional que culminaría con la construcción del Complejo Hidroeléctrico de Salto Grande. Ricardo Sagarzazu gestó este emprendimiento desde Monte Caseros, si bien la relevancia del mismo lo conduciría a actuar también fuera de él, en Concordia, Salto, Montevideo y Buenos Aires, en estas últimas, para reunirse con los presidentes de cada nación.
Ricardo Sagarzazu estuvo permanente y lucidamente vinculado a proyectos de bien público. En 1963 había fundado Skal Club de Rosario, siendo su primer representante ante
- la Convención Internacional de Estocolmo en 1964. Miembro del Rotary Club International, seria distinguido con las más altas designaciones dentro de la institución. Dirigió la Editorial Rotaria, en Rosario, presidio los clubes de Monte Caseros y Rosario y fue Gobernado del Distrito 488 al que ambos clubes pertenecían durante su período de gobierno, 1969-70. Como gerente de Aerolíneas Argentinas en Rosario, propuso y logro que entrara en operaciones la línea transpolar que conecta Argentina con Australia y Nueva Zelandia. Radicado en Rosario desde 1958, regresa sin falta todos los años a su ciudad natal, por última vez en el mes que antecede a su muerte, sucedida en Rosario, el 30 de junio en 1992.
Sobre el monolito emplazado en el Puente Internacional de Salto Grande fue inscripto su nombre para que perdure asociado a la historia sin fronteras de esta región a la que amó y estudio, favoreciendo a su conocimiento, desarrollo e integración desde una perspectiva que claramente se anticipó al Mercosur.

Nota del autor: Biografia extraida del libro "La fundación de Monte Caseros y otros estudios" de Ricardo E. Sagarzazu. Hoy la costanera sur de Monte Caseros lleva su nombre