miércoles, 18 de julio de 2012


Por: Roberto Antonio Lizarazu

El 25 de septiembre del 2010, subí una fotografía que con el título de “La vuelta del perro” se registra  un grupo de amigos sentados en el basamento al monumento a Cristóbal Colón, entre los que se encuentran los hermanos Astarloa, Luncho y Monono, Quitón Goya, el suscripto y otros que no recuerdo sus nombres. 

Esta  nueva fotografía, del mismo grupo, pero en el mástil de la plaza, se podría titular “La vuelta del perro II”. Fue tomada el mismo día que la primera. Al dorso de ambas se lee en un escudo “FOTO R. Pimentel, Colón y Pellegrini, Monte Caseros (Ctes.)

lunes, 4 de junio de 2012


Por: Roberto Antonio Lizarazu

La foto es de 1951. Turno tarde varones. Honestamente no recuerdo si la Escuela 32 por esos años llegaba solamente hasta 5º grado y el 6º que era el último año, había que hacerlo en la Escuela 88. La primaria eran siete años pero había primero inferior y primero superior por eso eran siete años. El 6º grado era el último.
Alumnos: De arriba hacia abajo, primera fila. El tercero de apellido Benítez. Segunda fila, luego de la maestra, Roberto González, el hijo del sastre González de la calle Alvear, luego Miguel Antonini, Conejo Arrieta.
Primera fila: Roberto Lizarazu, Alberto (Chichura) Gogorza, en el sexto lugar uno de los hermanos Pereira. Una de sus hermanas mayores era casada con mi tío Francisco Lizarazu y vivían en Curuzú Cuatiá.

viernes, 27 de abril de 2012

Jaime Carroll y Mc Kenna

 

 

 

EL CAPITÁN JAIME CARROL Y EL VAPOR IBERA


Por: Prefecto General (RE) Andrés René Rousseaux 
(Publicado en la Revista “Guardacostas” Nº 74, pág. 21 a 27)

Recopilación documental por: Alejandro Sebastián Vallejos

PRIMERA PARTE 

La historia de la navegación fluvial de la República Argentina adeuda el merecido homenaje a uno de los pioneros de la navegación en el Alto Uruguay en el siglo pasado, me refiero al Capitán Jaime Carroll Mckenna, quien murió heroicamente, acorde las más puras tradiciones marineras, hundiéndose con su barco después de haber salvado a su tripulación y los valores puesto en su custodia, hoy la Prefectura Naval Argentina, a través de su Revista Oficial “Guardacostas” le rinde con esta nota, el reconocimiento adeudado.

Su padre Hugo Carroll, nacido en Irlanda, trabajaba en el año 1841 en las oficinas de la AdmInistracIón del Puerto de Liverpool (Inglaterra) donde adquiriera los conocimientos necesarios sobre el movimiento portuario y sus reglamentaciones, que le permitieron, posteriormente, en el año 1852, ser nombrado por la Coronal Británica, Administrador del Puerto Stanley - hoy Puerto Argentino- en las Islas Malvinas.       

Contrajo matrimonio con Catalina McKenna el 13 de septiembre de 1843 en la Iglesia católica de Liverpool, naciendo de esta pareja Mary (18-1844) y Jaime (17-9-1848) en tierra inglesa.

La familia emigró hacía Sudamérica en 1848, con destino al puerto de Montevideo, encontrándose en estas circunstancias la señora Carroll embrazada de su tercer hijo, que nació a bordo del buque que los trasladaba cuando este se encontraba fondeado en aguas del Río de la Plata, recibiendo el nombre de Miguel (26-12-1848).

Instalada la familia en Montevideo, Don Hugo Carroll se dedicó al comercio del tabaco y frutos del país, incrementándose la prole con el advenimiento de Hugo (24-12-1850). En el año 1852, la familia Carroll emprendió viaje a las Islas Malvinas, donde Don Hugo Carroll habla sido designado Administrador del Puerto, cargo que ocupó por espacio de cuatro años, naciendo en aquellas Islas Rose (14-1-1853) y Thomas (30-1-1856).

En aquellos parajes inhóspitos, de clima glacial, pero donde predominaba el ambiente marino, sirvió para que se foguearan y adquirieran los primeros conocimientos marineros los hermanos mayores Jaime y Miguel, vocación que ambos abrazaron con pasión para toda sus vidas, el primero en la Marina Mercante y el segundo en la Armada Nacional.

De regreso la familia Carroll a Montevideo, Jaime ingresó en el Colegio de los Padres Escolapios, donde completó sus estudios incorporándose posteriormente como aprendiz en los talleres de Mister Harley donde forjó su verdadera vocación, que son las máquinas, en especial, aquellas aplicadas a la navegación, embarcándose posteriormente en los buques a vapor que hacían la carrera entre Montevideo, Buenos Aíres y Asunción (Paraguay) para complementar sus conocimientos y adquirir experiencia.
En ese período, la familia Carroll se completa con el nacimiento en tierras uruguayas de Isabel (18-3-1857) y Sara (1661880).

Declarada la guerra de la Triple Alianza con la República del Paraguay, en el año 1865, los hermanos Jaime y Miguel Carroll no titubearon en abrazar la causa de los aliados ofreciendo sus servicios a la escuadra Argentina; el primero de los hermanos tripulando buques mercantes afectados al apoyo logístico y transporte de tropas al teatro de las operaciones, mientras que Miguel lo hacia a bordo de los buques de guerra, prestando ambos importantes y reconocidos servidos en le contienda bélica.

Finalizada la guerra, los hermanos Carroll tomaron rumbos distintos; Miguel continúo prestando servicios en la Marina de Guerra, tomando parte de la Expedición al Río Negro a bordo de las Cañoneras "Constitución" y "República", transporte "El Triunfo", siendo mencionado en la Orden del Día de la Expedición por sus importantes y valiosos servicios prestados, otorgándole el Gobierno medalla y diploma por su actuación en ella, continuando su carrera naval hasta el sitio de Buenos Aires en 1880, con motivo de los enfrentamientos por la Capitalización de la ciudad, acontecimientos que lo llevaron a renunciar antes de luchar contra sus hermanos, en razón que se había nacionalizado argentino.

Retirado de la vida militar, se dedicó al comercio y las actividades agrícolas-ganaderas, adquiriendo en el año 1883, 3.788 hectáreas al Sur de la Provincia de Córdoba, las cuales vendió dos años más tarde, fundándose en dichos campos, en el año 1888, la floreciente ciudad de Laboulaye. Contrajo matrimonio con Emilia Petit, con quién compartió el nacimiento de nueve hijos. Falleció el 19 de octubre de 1913, al recibir la noticia del hundimiento del transatlántico Titanic, sus restos fueron sepultados en el Cementerio de la Chacarita.

Jaime Carroll continuó en la Marina Mercante embarcándose como Capitán en los buques que hacían la navegación en el Alto Uruguay, que era toda una epopeya; la que se hacia en base a los conocimientos que cada capitán tenía del río, sus costas, accidentes y todos otros datos que la naturaleza le podía brindar, es decir, la navegación se hacia por "baquía", dado que no existía ningún elemento de ayuda de la navegación, como podrían ser boyas, pantallas de enfilación, cartas náuticas, etc.

La capacidad profesional del Capitán Carroll era reconocida en ambas márgenes del río, siendo muy popular y apreciado por su hombría de bien y caballerosidad. En los buques que él capitaneaba, no permitía el embarco de "prácticos" o "baqueanos", confiaba plenamente de sus conocimientos palmo a palmo del río para efectuar la navegación sin inconvenientes.

La navegación del Río Uruguay, se efectuaba en forma normal, hasta el puerto entrerriano de Concordia, con las limitaciones que imponían los pasos del "Hervidero" y "Corralito", ubicados al sur de este puerto, pero la verdadera limitación al norte de la referida ciudad, eran los Saltos "Chico" y "Grande", cuyo cruce era peligrosísimo, máxime en épocas de bajantes, que lo tornaba innavegable, por lo cual, los buques que hacían el servicio en el Alto Uruguay, como ser "El Uruguay" (primer buque a vapor que cumplió el servicio regular en el año 1858), "Federación", "Estela" (posteriormente renombrado “Sitja"), "Neptuno", y numerosos remolcadores y chatas, optaron como puerto terminal de su recorrido, el de Federación, ubicado al norte de los peligrosos "saltos", máxime cuando el Ferrocarril del Este Argentino unió con sus rieles, dicha ciudad con Concordia, evitando de esta manera los saltos de referencia.

Este "bay pass" ferroviario, no funcionó debidamente, dado que al norte de Federación, existían numerosas "cachueiras" (restingas de piedra) y pasos peligrosos, como ser “San Gregorio”, “ltacumbú” y otros menores, que limitaban la navegación comercial; ello motivó que las autoridades del Ferrocarril continuaran el tendido de la línea térrea hasta la ciudad de Monte Caseros, donde el ferrocarril llegó en el año 1875, pasando el puerto de dicha ciudad a ser el punto terminal de la navegación del Alto Uruguay.

El transporte fluvial llenaba una importante necesidad para el traslado de pasajeros y carga a las ciudades asentadas en las márgenes del río, argentinas, uruguayas y brasileñas.

Originalmente los buques partiendo desde Concordia, primeramente, luego Federación y por último Monte Caseros, como hemos visto, hacían escala en Santa Rosa (después Bella Unión) (ROU), Montes Caseros (ARG), Uruguayana (Brasil), Restauración (después Paso de los libres) (ARG), San Martín (después Yapeyú) (ARG), La Cruz y Alvear (ARG), Itaquí y San Borjas (Brasil), Santo Tomé (ARG). Paso Roca (posteriormente Garruchos), Pindaytí (después Barra Concepción o Concepción, actualmente Puerto Concepción) (Misiones)

En todos los puertos argentinos mencionados, la autoridad pionera fue la actual Prefectura Naval Argentina, creando y/o habilitando Subprefecturas, Ayudantías y destacamentos prácticamente con la fundación de las ciudades (al pie de este trabajo y como complemento se agrega nómina de Dependencias del Alto y Medio Uruguay con la fecha de creación y/o habilitación).

Como ilustración de los lectores, y demostrar la ventaja que representaba el transporte combinado ferrocarril-buque, por el Río Uruguay, desde Buenos Aíres a Posadas (Capital del entonces Territorio Nacional) incluido el viaje en diligencia desde el puerto de Santo Tomé (Corrientes) demoraba entre 5/7 días, mientras que el mismo viaje por el Río Paraná era de 15/18 días, siempre y cuando la altura del río les permitiera franquear los difíciles rápidos de la zona de Yaciretá, en tal caso en la localidad correntina de Ituzaingó, se debía tomar el servicio de diligencias hasta Posadas, por caminos prácticamente inexistentes y sujeto a las condiciones meteorológicas.

La compañía inglesa constructora del ferrocarril del Este Argentino inmediatamente se dio cuenta que el puerto de Monte Caseros no era apto en razón que a corta distancia hacia el norte existe una peligrosa “cachueiras” (restingas de piedras), que limitaban la navegación, lo que los llevó a prolongar la punta de riel seis millas más al norte de la ciudad, hasta el paraje conocido como Puerto Ceibo, donde se construyó la estación terminal, muelles y otras instalaciones necesarias para hacerlo un lugar óptimo para el trasbordo de pasajeros y cargas, desde el tren a los buques que hacían el servicios fluvial al Alto Uruguay, adquiriendo el puerto rápidamente una actividad inusitada.







Vapor Iberá

EL CAPITÁN JAIME CARROLL Y EL VAPOR IBERA



Por: Prefecto General (RE) Andrés René Rousseaux            





(Publicado en la Revista “Guardacostas” Nº 74, pág. 21 a 27)                

Recopilación documental por: Alejandro Sebastián Vallejos

SEGUNDA PARTE

A esta importante mejora en sus servicios, la empresa decidió incorporar dos modernos vapores de pasajeros y carga, que se adaptaran a las necesidades del tráfico y las particulares modalidades del río, para ello se basó en las recomendaciones y sugerencias de su más experimentado y capaz Capitán, don Jaime Carroll, ordenando la construcción, en Inglaterra, de dos vapores de muy poco calado (máximo 2 pies), con propulsión a palas en su popa, similar a los buques que surcaban el río Mississipi (EE.UU), dando nacimiento a los vapores “Mensajero” e “Iberá”

Estos dos buques fueron trasladados a la Argentina desarmados, al igual que un gran “rompecabezas”, constituyendo su traslado y ensamble una verdadera proeza.

Arribaron al puerto de Buenos Aires en un buque de ultramar, desde allí fueron trasladados a buques fluviales hasta el puerto de Concordia, donde fueron embarcados en ferrocarril hasta el Puerto el Ceibo, donde se procedió a su armado bajo la dirección del Capitán Carroll, tarea donde demostró, una vez más, su extraordinaria capacidad profesional, siendo puesto en servicio primeramente el “Mensajero” (aproximadamente en el año 1883) y posteriormente el “Iberá” (1887). El costo total ascendió a la suma de 70.000 pesos oro cada uno, dotado de los últimos adelantos de la navegación a vapor de la época. Tenían capacidad para 80 pasajeros alojados en cómodos camarotes, con sala de juego, con piano y salón comedor, eran unos verdaderos palacios flotantes.

Además llevaban pasajeros y la carga en cubierta, sobre todo los colonos que iban a poblar el Alto Uruguay, en la actual provincia de Misiones, mirándolos rápidamente se asemejaban a una típica “Arca de Noé”.

El viaje en vapor se iniciaba con la llegada del tren desde Concordia a Puerto Ceibo, alrededor del mediodía, procediendo de inmediato los pasajeros a embarcar en el vapor que estaba de salida. Mismo procedimiento se efectuaba cuando arribaban los vapores desde el norte.

Los viajeros al interior de la provincia, transbordaban en Monte Caseros, al servicio de diligencias que hacían el recorrido hasta Curuzú Cuatiá y Mercedes, en esta última ciudad, se combinaba con las diligencias que hacían el trayecto hasta San Roque, Saladas, Empedrado y la ciudad de Corrientes.

El viaje redondo hasta el puerto de Santa María (Misiones) demandaba alrededor de seis/siete días de navegación, dependiendo de la altura de las aguas del río, realizándose la navegación casi exclusivamente de día, desde las primeras luces hasta el anochecer. Excepcionalmente se navegaba de noche, cuando el río estaba crecido y con noche clara.

El Capitán Jaime Carroll, primeramente capitaneó el vapor “Mensajero” (se hizo cargo el 5/6/1886) reemplazando a don Amadeo Bonhevent, otro pionero de la navegación del río Uruguay, quien pasó como jefe de la Estación El Ceibo. En 1887 cuando es botado el “Iberá”, toma su mando, realizando numerosos viajes bajo su mano experta y profesional, por ese río Uruguay que tanto conocía y amaba, hasta su trágica muerte.

Era el 12 de enero de 1890, pleno verano, el vapor “Iberá” se hallaba amarrado en puerto Ceibo, había sido un día sumamente caluroso, los montecasereños esperaban la noche, para que ella trajera un poco de aire que refrescara el ambiente sofocante, negras nubes cubrieron el horizonte, desatándose de improviso una clásica tormenta de verano sobre la ciudad y sus alrededores, produciendo el violento viento daños en diversos edificios, entre ellos el cuartel, el de la banda de música municipal y diversas casas particulares, sin contar los numerosos árboles arrancados de raíz.

 La fuerza de la tormenta encrespó las aguas del río Uruguay, transformándolas en un ariete incontrolable que se batía sobre las embarcaciones y costa. El “Iberá” cortó alguna de sus amarras y comenzó a desplazarse hacia el centro del río, poniéndolo en serio peligro de naufragar con la tripulación que se encontraba a bordo y que nada podía hacer contra los elementos de la naturaleza, máxime que el vapor tenía sus calderas apagadas, lo que le impedía realizar cualquier tipo de maniobra o poner “proa al viento”

El Capitán Carroll, que se encontraba en tierra, al ver la tormenta corrió al puerto, viendo que su querido vapor era juguete del río y el viento que lo separaba de la orilla, sin titubear y poniendo en peligro su vida, tomó una embarcación menor y logró abordarlo.

Inútiles fueron sus esfuerzos, el “Iberá” estaba condenado, la corriente lo había arrastrado hacia una restinga de piedras, produciéndole una importante avería en el costado de estribor de su casco, comenzando a escorarse peligrosamente, ante lo cual el valiente capitán Carroll puso a salvo a los tripulantes que se encontraban a bordo, tratado posteriormente de recuperar la documentación del buque y otros valores puesto en su custodia.

Encontrándose en esa tarea, una gran ola completó el trabajo destructivo, haciendo dar “vuelta campana” al “Iberá”, ante las miradas atónitas de las personas que se encontraban en la orilla, sin poder prestar ninguna ayuda.

El “Iberá” en su último momento arrastró consigo al capitán Carroll, aquel valeroso marino que lo había visto nacer, que lo llevara un y mil veces con mano segura por el majestuoso Uruguay, como no queriendo desprenderse de él, en un abrazo hacia la eternidad.

De no haber mediado el arrojo y decisión del capitán Jaime Carroll, el hundimiento del “Iberá” pudo haber sido una catástrofe con un innumero de victimas, que salvaron sus vidas gracias a su valeroso capitán.
Los restos del infortunado capitán Carroll fueron rescatados al día siguiente, cuando el río había recobrado su tradicional calma.

Todo Monte Caseros lo lloró, por su hombría de bien y su muerte heroica, acompañándolo hasta su última morada en el cementerio local, donde por suscripción pública se levantó una hermosa sepultura en homenaje a ese héroe, que nacido lejos de esas tierras, supo amarla e integrarse plenamente a su patria adoptiva, dejándole cuatro hijos de su matrimonio con Virginia Oliveira (brasileña), tronco de respetables familias argentinas.

La Prefectura Naval Argentina, con la cual el capitán Carroll tuvo siempre un especial trato y afecto por sus propias actividades marineras, en el año 1978, por intermedio de la Subprefectura de Monte Caseros, le rindió un merecido homenaje, al emplazar frente a su edificio, el ancla que había pertenecido al vapor “Iberá”, la que fuera rescatada en puerto Ceibo por personal de esa dependencia.

La Municipalidad de Monte Caseros, en el año 1981, como no podía ser de otro modo, recordó al capital Carroll imponiéndole su nombre a una calle de la ciudad.

La Navegación en el Alto Uruguay fue paulatinamente desapareciendo, a medida que el ferrocarril iba avanzando hacia el norte, primeramente Paso de los Libres, después Santo Tomé y por último Posadas, donde llegó en 1912, produciendo la muerte de la navegación por el río, que tantos beneficios diera a las ciudades emplazadas en sus orillas cuando era el único medio de comunicación moderno.         

El “Iberá” terminó sus días en puerto Ceibo donde fue desguazado por la compañía propietaria. En cuanto a su gemelo, el “Mensajero”, no he podido establecer su destino final. Hasta el año 1907 (según periódicos de la época) continuaba prestando servicios en el Alto Uruguay.

Nota: El autor agradece de sobremanera la información y documentos aportados por  los descendientes directos del capitán Carrol. En la Prefectura de Puerto Deseado presta servicios el Suboficial Ayudante de 2da. José Luís Carroll, bisnieto del capital Carroll.

Bibliografías, documentos y otras fuentes.

Sagarzazu, Ricardo: historiador montecasereño en conversaciones mantenidas con el autor  sobre el antiguo Monte Caseros.
Rouseaux, Andrés René: Reseña Histórica del Puerto de Monte Caseros y su Proyección Económica – Presentado en el Primer Congreso Nacional de Historia de los Puertos Argentinos. Tomo III
Prefectura Naval Argentina: Antecedentes varios del Departamento Estudios Históricos.
Armada Argentina: Secretaría General Naval. Legajo y antecedentes de Miguel Carroll.
Municipalidad de Laboulaye (Córdoba): Antecedentes de la ciudad. Archivo y Museo Histórico.
Carroll, José Eduardo: Biblia familia Carroll; publicaciones del periódico “The Southern Cross”; Partida de Casamiento de Hugo Carroll y Catalina Mc Kenna; recortes periodísticos.
Curzio, Salvatore: De Buenos Aires a Posadas (edición 1885)

Archivo Histórico de la Ciudad de Corrientes: Hemeroteca; Periódicos y diarios consultados:

1. El Nor Este (Paso de los Libres) año 1883.
2. El Porvenir (Monte Caseros) año 1886.
3. El Autonomista (Corrientes) año 1883.
4. El Correntino (Goya) año 1884.
5. La Patria (Goya) año 1890.
6. El Sudamericano (Buenos Aires) año 1890.
7. El Eco de Alvear (Corrientes) año 1892 






lunes, 23 de abril de 2012

Chevrolet 1927

EL PADRE ATAMAÑUK Y YO


Por: Roberto Antonio Lizarazu

Sabemos que soy católico practicante. Inducido por la educación y tradición familiar  y sobre todo  por mi hermana Lupe que pertenecía a la ACA de Monte Caseros. Pero soy tan antiguo que  mi catolicismo comienza en la época del Padre Juan Perelló y Ferrer, quien estuviera a cargo de nuestra Iglesia de Nuestra Señora del Rosario  (originariamente denominada Nuestra Señora de las Victorias)  desde el 19 de febrero de 1923 hasta el día de su fallecimiento el 26 de septiembre de 1946.

Para 1947 el Padre Demetrio Atamañuk era “el nuevo cura del pueblo”  y se había constituido en un asiduo visitante a mi casa, en Alvear 1075. Al frente de ella se encontraba una oficina de representaciones comerciales de mi padre Eugenio y de mi tío Juanito,  de varios productos de consumo masivo, como por ejemplo Yerba Taragüí,  Vino Arizu, Villavicencio y otros; siendo el Padre Atamañuk un permanente concurrente a las tertulias que se producían en la oficina.

Un clásico de esos intercambios de ideas lo constituían las que mantenían Chelín Areta (agnóstico) y Atamañuk (ortodoxo). Demoraban horas discutiendo para jamás ponerse de acuerdo en nada.

Las tardes seguían pasando entre disidencias entre amigos hasta que un día el diablo metió la cola. Como se acostumbraba  en esa época yo no hablaba, solamente escuchaba.  Aguantaba un rato y después terminaba jugando a la pelota frente a la casa ocupando la vereda y el veredón, con los hermanos Casciani, Pilo y Bocha y con el Chulo Sánchez, (Díaz Colodrero en realidad).

En un momento determinado y en el fragor del partido, la pelota rebota y sale cruzando la calle hacia la vereda de enfrente hacia la casa de Chulo. Corro detrás de la pelota sin mirar y exactamente en ese momento venía de visita Atamañuk  con su auto Chevrolet 27. Me pasa por encima con las dos ruedas izquierdas, la delantera y la trasera, sobre mis dos piernas. ¿Tragedia, Drama? Nada de eso, veamos como termina  el accidente.

En el momento quedé medio atontado, más de lo habitual. Primero me siento en el suelo, luego me pongo de pié, en las piernas no tenía nada, ni un raspón; y terminaba de pasarme un auto por encima.

Miro a mis compañeros de juego y estaban mudos y blancos. Lo miro a Atamañuk y estaba mudo y blanco.                 
De pronto una férrea mano me agarra por detrás del cogote, me levanta y en el aire me mete en la casa. Era Damiana Fleitas, la ayudante de mi madre, que sentencia: Gurisito aichejáranga no te quiero ver mas jugando a la pelota en la calle. Entrá pa’ dentro inmediatamente.

Pobre Padre Atamañuk. Creo que no se habrá olvidado en su vida de mi irresponsabilidad infantil.  Luego a los dos años,  tomé con él la primera comunión.










sábado, 14 de abril de 2012

Escuela Nº 88
LA DESAPARECIDA PLAZA DE LA INDEPENDENCIA EN MONTE CASEROS Y ALGUNOS SUCESOS TRASCENDENTES QUE OCURRIERON EN ELLA


Por: Roberto Antonio Lizarazu



En la manzana que ya en la década de 1950, estaba construida la Escuela del Centenario o Escuela Nº 88, y en su piso superior funcionaba el Colegio Nacional de Monte Caseros, fue durante varias décadas,  un simple baldío rodeado por algunos eucaliptos y casuarinas que llevaba el nombre de Plaza de la Independencia.

La manzana contigua, la que  se encuentra ubicada entre las actuales calles: Alvear, Juan Pujol, El Maestro y Entre Ríos, hasta 1950 también se encontraban imponentes y centenarias casuarinas que alternando con paraísos, daban un toque diferente a esa manzana de  la parte céntrica de nuestro pueblo, en razón que no son árboles apropiados para una zona urbanizada. Quiero suponer que las casuarinas fueron plantadas en el mismo momento que las de la Plaza de la Independencia.

Esta Plaza  que reitero era un amplio baldío, cumplió en el período que mencionamos  de varias funciones y alternaba con la 9 de Julio, la actual Plaza Colón,  en ser el lugar de diversas actividades públicas, deportivas,   sociales y judiciales. Esta alternancia se debía a la estratégica ubicación de la Plaza de la Independencia, que quedaba prácticamente en el centro geográfico del pueblo.

Por ejemplo en ella,  el 11 de marzo de 1877 fue fusilado públicamente Elauterio (sic) Portillo (alias) Mendieta quien el 12 de marzo de 1875 había asesinado en Puerto Ceibo al comerciante español Don Juan Alari. Los motivos de esta muerte fue una conjunción de razones pasionales y económicas que como se puede observar por el resultado de la sentencia a que se arribó, no sirvieron de ningún atenuante.

Probablemente la actividad social de mayor relevancia en la Plaza de la Independencia se realiza con motivo de los festejos del Primer Centenario de Monte Caseros en el año 1929.

Esta primera celebración (existe una segunda en 1955) del centenario de su fundación está fundamentada en que el 5 de octubre de 1829, siendo Gobernador Don Pedro Dionisio Cabral, el Congreso de nuestra provincia aprueba la Ley Nº 239 por medio de la cual se autoriza a “formalizar una población” en el Paso de Higos, accediendo a un requerimiento del Comandante Militar de Curuzú Cuatiá Teniente Coronel Manuel Antonio Ledesma, ante las incursiones de indios orientales  que provenían desplazados de la actual ciudad de Santa Rosa de la Bella Unión que ya había sido fundada en 1828 con el nombre  de Santa Rosa; y que tenían como objetivo el robo de ganado y el saqueo de precarios  puestos  del  lado occidental del río que se hallaba en ese momento totalmente indefenso ante los malones de indios orientales.

Esta población de Paso de Higos o Paso de los Higos, según diferentes documentos, que efectivamente se concretó, careció de una continua y permanente radicación poblacional.

Pasado un siglo de la promulgación de la Ley Nº 239, el 5 de octubre de 1929, el Gobernador de nuestra Provincia, el doctor Benjamín S. González, preside los distintos actos conmemorativos. El Gobernador González  viajó acompañado por el Vicegobernador el doctor Erasmo Martínez y este viaje a Monte Caseros constituyó uno de sus  últimos actos protocolares en razón que sus funciones cesaron el 30 de noviembre de 1929.

En ese momento en Monte Caseros, presidía la Municipalidad, el Interventor designado por el gobierno provincial, Don Francisco G. Albisu. Hay que tener en cuenta que los Departamentos Provinciales estaban a cargo en ese momento de Presidentes Municipales, institución ésta que perduró entre 1867 y 1941. Recién en este último año se establece en nuestra provincia la organización de las actuales Intendencias Municipales con sus correspondientes Concejos Deliberantes.

Tampoco se debe dejar de mencionar que nuestro pueblo en tres años, entre 1929 y 1931, contó con la nada despreciable cantidad de diez (10) Interventores Municipales que se alternaban en su ejercicio, debido  a los crónicos conflictos irresueltos entre autonomistas y liberales. Todo muy poco serio.

 Pero volvamos a lo nuestro. Estos actos en la Plaza de la Independencia constituyeron los que podríamos denominar “actos ecuestres” como carreras de sortijas, varias pruebas de destreza y hasta un par de cuadreras, de las cuales  se registra en las crónicas que el señor Gobernador era un ferviente aficionado, y en la Plaza Colón las actividades cívicas, habitualmente “pedestres”, como por ejemplo los desfiles escolares, la actuación de bandas de música y otras.

Un par de décadas después, en nombre del progreso se ocupó ese espacio vacío de nuestro pueblo y sin ningún reparo se edificó en su nombre, sin tener en cuenta el beneficio que tendría para las generaciones futuras el contar con una plaza en pleno centro geográfico de Monte Caseros. La Escuela Nº 88 la cual bien podría haber sido edificada en cualquiera de los amplios baldíos existentes en ese momento, que eran muchísimos, y no construirla en una manzana que estaba prevista como  plaza pública de acuerdo al proyecto realizado en  la ampliación del Agrimensor Carlos Wybert quien desde diciembre de 1870 a marzo de 1871, había realizado el amojonamiento del pueblo y establecido la primera ampliación de la planta urbana, determinando tres plazas para el proyecto de ampliación mencionado.

Años después igual suerte corre otra plaza, la Plaza de la Iglesia,  en la cual en la década de 1940 se levantaron las instalaciones de Obras Sanitarias, desapareciendo también  del proyecto urbanístico  del Agrimensor Carlos Wybert.

De las tres plazas que fueron proyectadas en 1870 para la parte céntrica de nuestro pueblo, hoy después de trece décadas queda solamente una, la actual Plaza Colón. Por supuesto todo ello realizado en nombre del incontrastable progreso.


viernes, 13 de abril de 2012


DRAMA PASIONAL Y EL NACIMIENTO DE MI SOBRINA LEONOR

Por: Roberto Antonio Lizarazu

Como conocía a las familias involucradas en este incidente, cuando joven me había prometido que no escribiría nada del asunto hasta pasados cincuenta años. Pero ahora ya pasaron los sesenta años y deseo narrarlo porque no deben ser muchas las personas que sean testigos de  esta circunstancia.

A mediados del año 1952, una pareja de novios y sus trágicas desventuras amorosas sirven de detonante para dividir a nuestro pueblo, Monte Caseros, en lo más profundo de  sus viejos rencores sociales, políticos y familiares. Algo así como Montescos y Capuletos del tercer mundo.

Una pareja de novios, en un paseo por la costa del río, finaliza con la joven muerta, ahogada en el río; y el novio a salvo.

El  novio era Miguel Angel Gogorza (Pototo Gogorza) hijo de Miguel Gogorza, de familia antiperonista declarada, vivían en la calle de la tienda La Luz que iba al regimiento, y tenían una estación de servicio y almacén. 
La novia, cuyo apellido era Aubel,  era de familia de ferroviarios, peronistas y medio escalón menos en la escala social que el novio.

Ese medio escalón no era poca cosa. Por ejemplo la familia del novio concurría al Club Progreso y la familia de la novia al Club Artesanos, y así con otros detalles de la vida social pueblerina, siendo estos ínfimos detalles los que  resultaban determinantes para la división que se produjo.

La sociedad montecasereña se dividió totalmente en: los Pro novio y los Pro novia.

Los Pro novia reitero, ferroviarios y peronistas comenzaron a realizar asambleas y manifestaciones callejeras, que serían lo que hoy en la modernidad denominamos “escraches”, reclamando justicia y el esclarecimiento del hecho, por supuesto culpándolo al novio de lo sucedido.

Los Pro novia,  realizaban marchas nocturnas provistos de antorchas en dirección a la Plaza Colón, que estaba la Municipalidad y pasaban frente a nuestra casa en la calle Alvear. El espectáculo era realmente impresionante. En un pueblo donde los cortes de luz duraban varios días y donde en invierno  la noche llegaba apenas pasadas las seis de la tarde, en la más absoluta oscuridad, ver pasar una manifestación de personas entorchadas no era para espíritus medrosos.

Estos sucesos convulsivos, inesperadamente afectaron a integrantes de mí familia que trataré de narrar. Como la novia, la fallecida era hija de ferroviarios, la autopsia del cuerpo se realizó en el Hospital Ferroviario de Monte Caseros, cuyo director y responsable de la autopsia fue el médico Juan Francisco Areta (Chelín), casado con una prima hermana de mi padre, de nombre Sara Sagarzazu. A su vez un hermano de Juan Francisco Areta,  que también era médico, “Chopo” Areta trabajaba en el mismo Hospital Ferroviario.

En medio del proceso de manifestaciones y escraches, en un momento determinado de estas acciones, y cuando ya se había realizado la autopsia, la  que  desligaba al novio Gogorza de responsabilidades  en la muerte de la novia,  Areta (el hermano de mi pariente)  cuando se retiraba en auto del Hospital, uno de los manifestantes le gritó ASESINO.  Como era de rigor en esos tiempos arcaicos, Chopo Areta se bajo del auto y se agarró a trompadas con el insultante.

Pero casualmente en momentos  de todo ese proceso convulsivo, a principios de diciembre de l952, mi hermana Lupe no tiene la mejor idea que tener su primera hija, llamada Leonor. Por supuesto el parto se realiza en el sanatorio de nuestro pariente Juan Francisco Areta, en la calle Colón 1386, que estaba anexo a la casa familiar. La casa familiar, el consultorio, la sala de operaciones y parto, todo formaba una unidad y todo era una verdadera romería, la gente entraba y salía de la sala de partos como de su casa y me acuerdo perfectamente que un enfermero de Areta andaba con un revolver en la cintura, que por mi experiencia actual calculo sería un 38 largo. Afuera se esperaba en cualquier momento una manifestación con antorchas de los  Pro novia, y adentro en medio de un desorden total, nacía mi primera sobrina, Leonor Acuña, la noche  del  9 de diciembre de 1952.

Muchos años después, cuarenta años después,  un ferroviario Héctor Fucinato, me comentó sus propios recuerdos de esos incidentes y según él, la persona que se bajó del auto y se agarró a trompadas no era como yo suponía el hermano menor de mi pariente Areta, sino que era él mismo Juan Francisco Areta.  Además agregó una anécdota que se me ocurre, debe ser solamente un chiste de pueblo chico para divertirse barato.

Me contó que al poco tiempo, el insultante, que era ferroviario se enfermó de hemorroides y fue a verlo a Areta a su consultorio como paciente.

Según Fucinato,  Areta después de observarlo detenidamente, se dirigió a una enfermera y le dijo: señorita alcánceme un par de guantes bien gruesos.
 




jueves, 12 de abril de 2012


CORRIENTES Y MONTE CASEROS, JUSTO Y BERGAMINI

Por: Roberto Antonio Lizarazu
Debido al excelente comentario que publicara mi amigo Juan Abel Angélico, en este sitio en fecha lunes 9 de abril ppdo. en relación al accidente aéreo en el cual perdieran la vida, entre otros,  el Teniente Coronel José F. Bergamini y el señor Eduardo F. Justo, hijo del en ese momento,  Presidente de la Nación Agustín Pedro Justo; comencé a cavilar que razón tenía el doctor Félix Luna al denominar a su notable publicación “Todo es Historia”, porque en realidad todas las acciones humanas se encuentra relacionadas entre sí, los que con el transcurso del tiempo conforman  diversos hechos históricos.                 

Veamos un poco de historia. El apellido Justo (1) era oriundo de nuestra provincia, más precisamente de Goya.  la familia Justo ya eran vecinos de Goya en las primeras decenas del siglo XVIII. Y Agustín Pedro Justo, nacido en 1841 en Goya y fallecido en San Nicolás de los Arroyos el 26 de noviembre de 1896. Fue gobernador de nuestra provincia desde el 25 de diciembre de 1871 hasta el 12 de enero de 1872. Apenas dieciséis días. Su vicegobernador fue el coronel Manuel de Jesús Calvo.

Agustín Pedro Justo, era hijo de un inmigrante italiano, Giambattista Giusto Damonte y su madre inmigrante española, de Algeciras, sobre el Estrecho de Gibraltar, doña Salvadora Morales y Becerra.

Agustín Pedro Justo, era doctor egresado de la Universidad de Buenos Aires en jurisprudencia, abogado y periodista, y luego de una extensa carrera como legislador provincial y como cónsul argentino en Montevideo, es electo por la legislatura como el 26º gobernador de nuestra provincia. Es el 5º representante del Partido Liberal en ese cargo de un total de 17 que hubo. Fue precedido en ese cargo por Santiago Baibiene y sucedido por Desiderio Sosa. Tanto Agustín Pedro Justo como su tercer hijo, el homónimo, que llegara a ser presidente de la nación argentina, fueron adherentes a la ideología del Partido Liberal, y mitristas declarados y confesos.

Siempre fueron lo que dijeron que fueron y actuaron acorde a sus palabras.  Puedo no estar de acuerdo con su ideología, pero jamás mintieron sobre ello ni pretendieron engañar a nadie.

Como caso anecdótico se puede mencionar que Agustín Pedro (padre) fue alumno en Goya de los infortunados Camila O’Gorman y del tucumano Uladislao Gutiérrez, ya que concurrió a la novel escuela de primeras letras que ambos habían abierto.

En este punto que comentaremos ahora, se presenta una controversia entre dos autores consagrados que yo por supuesto, dada la importancia de ambos no voy a opinar. Informo solamente de las dos opiniones.
La primera, que Agustín Pedro Justo actuando como periodista, funda en Goya el diario “La Patria”, que es el primero editado en Goya y luego el diario “La Esperanza”. Esta es opinión del doctor Hernán Gómez en la obra “Los últimos sesenta años de democracia y gobierno en la Provincia de Corrientes”. (1870-1930). Corrientes, Sembrando producciones, 1993. Reedición.

Y la segunda, el doctor Federico Palma, en su obra, “Resumen de noticias históricas sobre ciudades y pueblos Correntinos. Goya.”  En su sexto parágrafo se menciona lo siguiente: Por ley del 8 de octubre de 1852 la villa fue declarada ciudad, cuyo gobierno ejerció un prefecto. Dos años después apareció “Crónica Cuyana”, su primer periódico, que fue manuscrito, pues la imprenta se introdujo en 1863, año en que el entonces joven Santiago Baibiene publicó “La Esperanza”.
Ambos autores concuerdan en cual es la segunda publicación de Goya pero no respecto a la primera.
Varios autores adhieren a la primera y otros a la segunda de las menciones.

Debido a los pocos días de ejercicio, en relación a la obra de gobierno de Justo en Corrientes, prácticamente se puede comentar muy poco. Que colaboró en la redacción de la ley de tierras de Corrientes, así como del Código del Superior Tribunal de Justicia de la provincia y que había organizado su gobierno acompañado por el coronel Manuel de Jesús Calvo como vicegobernador y con Juan Lagraña y Valentín Virasoro como ministros.

No obstante en Ñaembé, exactamente un año antes de su designación como gobernador, participó activamente como correspondía en esa batalla. Ante la invasión a la provincia de las tropas entrerrianas al mando de Ricardo Ramón López Jordan, actuó en la batalla que llenó de gloria al ejército correntino como secretario y corresponsal del Coronel Santiago Baibiene, en ese momento gobernador y jefe de nuestras tropas.

Conviene recordar que tanto el Coronel Baibiene como Justo eran goyanos y si la suerte de las armas hubiese sido otra, la primera ciudad que hubiese sido saqueada por los invasores hubiese sido precisamente Goya, que se encontraba cercana al sitio del enfrentamiento. No eran momentos para las dudas ni las especulaciones políticas.

Resumiendo: Las personas que mencionamos aquí, guardan el siguiente orden familiar:  Giambattista Giusto Damonte (italiano), padre de Juan Pedro Justo (Gobernador Correntino), padre de Agustín P. Justo (entrerriano) Presidente de la Nación, padre de Eduardo F. Justo  fallecido cerca de Monte Caseros.

(1) Justo es la castellanización de Giusto.

En relación al Teniente Coronel Bergamini, coincido con Angélico que no existen constancias de su nacimiento en Monte Caseros. Por lo menos yo nunca las encontré. En el libro de Sagarzazu, tampoco se lo menciona como nacido en nuestro pueblo.

Fuentes: Gómez, Hernán Félix. Los últimos sesenta años de democracia y gobierno en la provincia de Corrientes. (1870-1930). Corrientes, Sembrando Producciones, 1993. Reedición.
Leoni de Rosciani, María Silvia. Hernán Féliz Gómez y el caudillismo en Corrientes. En: XIV Encuentro de Geohistoria Regional. Resistencia, HGHI-CONICET, 1995.



miércoles, 11 de abril de 2012


Por: Roberto Antonio Lizarazu

Es el quinto grado de la Escuela 32 en 1950. El mismo día de la foto anterior. La maestra es la señorita Goytia (lleva luto).
Varones: El segundo es el “conejo” Arrieta, el tercero es Ramón (Moncho) Brítez, el quinto soy yo.
Señoritas: Que me disculpen no recuerdo sus nombres

Por: Roberto Antonio Lizarazu
 Este es el Cuerpo Docente de la Escuela 32 en 1950. Las personas que me acuerdo de sus nombres son,     Parados: El primero es el Director Goytia, la tercer maestra de pié es mi madre, Leonor Velasco de Lizarazu, a su lado la señorita Carbonolli.          

Sentados: El maestro Barrios, de traje, padre de mi amigo Rorro Barrios, a su lado una de las hijas del Director Goytia, que lleva luto, su madre la señora del Director Goytia había fallecido hacìa pocos meses. La última de las maestras sentadas es mi hermana  Lucía Guadalupe Lizarazu.

Nota: Me informa Rosarito Gogorza, desde Cipolletti, Rió Negro, que entre las maestras sentadas, la tercera, al lado del maestro Barrios, es la señora Pitota Olaciregui, casada con Arrieti y hermana de la Negra y de Carlitos Olaciregui. Muchas gracias Rosarito.

lunes, 9 de abril de 2012

El porqué del nombre de la calle Bergamini

 Por Juan Abel Angélico

El 9 de Enero de 1934, el Presidente de la nación Argentina General Agustín P Justo se reunía en la ciudad de Paso de los Libres con su par de Brasil  Don Getulio Vargas.  Luego de inaugurar un monolito en ambas orillas del Rio Uruguay, que recordaría la decisión tomada en ese día, de construir el puente que uniría Paso de los Libres y Uruguayana, a las 17,15 horas despega la comitiva presidencial del aeropuerto de la ciudad de Paso de los Libres (Corrientes), uno de los integrantes de la misma era el Sr Eduardo Justo, hijo del presidente.
El dispositivo aéreo estaba compuesto por un Lockheed B12 de la Fuerza Aérea del Ejército escoltado por  tres Curtiss Hawk III y un Lockheed MMI de la Aviación Naval también escoltado por otros tres Curtiss Hawk III .
El Lockheed B12 era tripulado entre otros por el Presidente Justo quien junto a los aviones de escolta llegaron, luego de dos horas y media de vuelo  y superar un tremendo temporal a la base aérea “El Palomar”.
El Lockheed MMI nunca llego a destino, fue encontrado al día siguiente, totalmente destruido y sin sobrevivientes,  en la confluencia de loa arroyos Itacumbú y zanja (o zona)  honda en las inmediaciones de la localidad de Tomas Gomensoro , cerca de  Bella Unión en la república oriental del Uruguay.
Perdieron la vida en ese accidente:
Teniente Coronel José F Bergamini, Jefe del Regimiento Aéreo Nro 1 (Piloto)
Mayor Víctor V. Vergani, Jefe de Grupo 1 de Observación (Copiloto)
Sargento Primero Victorio Ángel Leveratto (Mecánico)
Sargento Primero Rosa León Castillo (Radio telegrafista)
Coronel Abraham Schweizer, Jefe de la Casa Militar
Teniente Coronel Firmo Horacio Posadas, Edecán Militar
Teniente Coronel Antonio Berardo, Jefe del Regimiento 1 de Artillería
Teniente de Navío Juan Oreschink, Ayudante del Ministro de Marina
Señor Eduardo F. Justo, aviador civil e hijo menor del Presidente de la Nación 

Los restos de las víctimas fueron trasladados hacia Monte Caseros, donde se les rindió un homenaje en la municipalidad local y luego fueron trasladados a la ciudad de Buenos Aires por vía aérea, escoltados por aviones del Uruguay y Argentina.
Los militares uruguayos dieron muestra de una inmensa solidaridad,  no solo en la búsqueda del avión siniestrado, también en el traslado de los restos de los fallecidos. El Ataúd de Bergamini fue  cubierto por el pabellón de ceremonias de la Escuela de Aviación Militar uruguaya, la que semanas más tarde fue devuelta en propias manos mediante una ceremonia imponente en  Montevideo.
El Teniente Coronel Bergamini, se destacó en el ambiente aeronáutico por algunas hazañas tal como  en 1926 recorrer 4300 kilómetros en treinta y dos horas, cubriendo catorce provincias , llegando a Asunción del Paraguay como destino.
El pueblo de  Monte Caseros, quedo muy conmovido por esa tragedia ocurrida a pocos kilómetros, como homenaje a este militar, se le impuso su nombre a una de las  calles del pueblo.
A unos kilómetros del lugar del accidente el gobierno uruguayo donó al argentino una hectárea de tierra para levantar un monolito conmemorativo.


N de A: Algunos casereños afirman que le Teniente Coronel  Bergamini era nacido en monte Caseros, no encontre constancia de ello.


Bibliografía : http://fdra.blogspot.com.ar/2011/03/historia-argentina-la-tragedia-del-b12.html