miércoles, 29 de septiembre de 2010

Autonomistas y Liberales en Monte Caseros


Por: Roberto Antonio Lizarazu


En la década del 30 del siglo pasado, la política provincial presentaba resumidamente , estas características. Había autonomistas, liberales, radicales y socialistas. Se encontraba polarizada casi exclusivamente por los autonomistas y por los liberales, a pesar de que ambos partidos pertenecían como aliados en el nivel nacional al Partido Conservador Nacional.


Los autonomistas representado en la fugura de Juan Ramón Vidal, quien fuera dos veces gobernador, senador nacional y diputado nacional, llevaba la supremacía en esa dicotomía política de varias décadas.


En Monte Caseros el caudillo local que representaba al autonomismo (colorados) y al llamado el caraí-guazú del Taragüí, Don Juan Ramón Vidal, era Don José Almirón y el que representaba a los liberales (celestes) era el Comisario Bravo.


Aclaro que el adversario político tanto del autonomismo como de los liberales a nivel nacional era el Yrigoyenismo (radicalismo personalista) y a nivel provincial la lucha era entre ambos partidos. No es fácil de entender, pero los correntinos siempre fuimos diferentes.


Esto viene a cuento para narrar las impresiones que me comentaba mi hermano Carlos Antonio que había dejado en su memoria, cuando pasaba por la calle Alvear frente a La Querencia, a caballo al trote corto Don José Almirón, acompañado por una permanente custodia de por lo menos diez jinetes. Por supuesto todos muy bien montados, rigurosamente armados y luciendo sus pañuelos colorados al cuello. Se creaba un momento de tensa y silenciosa expectativa.


Existía un par de detalles no menores que garantizaban que La Querencia fuese mirada por el bando autonomista con respeto y amistad. Al margen de las bolsas de afrecho que Vidal (el repartidor de La Querencia) llevaba con la jardinera para consumo de la caballada de Don Almirón, la señora que ayudaba a mi madre en los quehaceres domésticos era la prenda de uno de los aláteres de Don José.


Pero cada punto tiene su banca y viceversa.


En la vereda opuesta políticamente, estaban los liberales cuyo hombre fuerte en Monte Caseros era el Comisario Bravo. Este Comisario no era Comisario del pueblo, de la policía provincial, era Comisario del Ferrocarril, y representaba en su figura la justa contraparte de José Almirón.


Demás está aclarar que el Comisario Bravo hacía honor a su apellido, que parecía llevar con absoluta naturalidad y justicia. Algunos vecinos lo hacían oriundo de Mburucuyá.


Inexorablemente tenía que ocurrir lo que efectivamente ocurrió. Una noche de agosto de 1935, ambos jefes, acompañados de sus numerosos aláteres, se encontraron ¿casualmente? en el Punta de Fierro.


Se comenzó con los infaltables agravios en guaraní y después hablaron las armas. Todas las municiones fueron agotadas dentro del Punta, y luego la pelea finalizó en la calle a cuchillo pelado. El resultado fue, seis muertos esa misma noche y dos heridos que fallecieron al día siguiente. Los heridos que sobrevivieron nunca fueron contabilizados.


Honestamente yo jamás encontré ningún tipo de documentación escrita original que confirmara o corrigiera lo que comento. El periodismo escrito de ese momento en sus distintos niveles, pasó de largo. Quiero suponer que los intereses políticos de ambas partes, influyeron para que así ocurriese. Hubo un absoluto mutis por el foro.
Muerto más o muerto menos de parte de unos u otros, según el color de la divisa que lucía el que narraba, todos los vecinos del pueblo estaban de acuerdo en que Don Cuba, que era el enterrador de ese momento, nunca trabajó tanto en su vida.


Yo esto no lo viví, pero mi hermano Carlos Antonio que era mayor que yó si, y lo contaba siempre como uno de sus recuerdos infantiles más imperecederos.

1 comentario:

  1. No llege a como ser a mi abuelo pero se por mi madre de temia bien puesto los pantalones mi abuelo

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