martes, 14 de septiembre de 2010

NOTABLES PERSONAJES DEL MONTE CASEROS DE ANTAÑO

Por:Roberto Antonio Lizarazu


Pucho Palo, La Yacosa y  La Lorenza mal esquilada.

Tiempo  atrás de casualidad me topé con una nota de mi amigo Juan Abel Angélico, referida a otro personaje realmente notable. Canguro el violinista émulo de Dédalo e Ícaro, al cual por supuesto yo no conocí por tratarse de una época en la cual  ya no vivía en Monte Caseros.

En mi época, por los años de 1950, entre varios personajes con esas características, había tres de  ellos  de los que llevo el recuerdo   con el mayor de los respetos y simpatía, si bien es cierto que de gurises solíamos hacerles algunas perrerías propias de la irreverencia infantil.

Se llamaban: Pucho Palo, La Yacosa y  La Lorenza mal esquilada.

Pucho Palo, cuyo apellido era Quiroz, La Yacosa de apellido Yacosa, y La Lorenza mal esquilada, de apellido Britez. Todos  eran pertenecientes a  antiguas familias de nuestro pueblo y además eran asiduos concurrentes a nuestra casa.

Al frente de mi casa había un local donde mi padre y mi tío Juanito tenían instalada una oficina de representaciones de varias firmas comerciales, como Yerba Taragüí, Vino Arizu, Termas Villavicencio, y otras. Esto viene a cuento por que es la explicación del motivo de las seguidas visitas de los notables personajes mencionados.


La característica de La Lorenza mal esquilada, era que utilizaba permanentemente un birrete que ella misma hacía con el papel colorado del envase de la yerba Taragüí, que por supuesto llevaba de casa en sus periódicas visitas. Como dirían los modernistas era una ferviente “promotional woman” de Taragüí.

Me comentó Rosario Gogorza, (yo ya no vivía en Monte Caseros en ese momento) que para los festejos  del centenario del Hospital Samuel W. Robinson, La Yacosa fue invitada a participar de los mismos, en carácter de hija de una de las señoras de la Primera Comisión de Damas del mencionado Hospital.

Honestamente no sé por que motivo, tal vez por que mis padres conocieran a su familia, los Quiroz;  pero Pucho Palo recibía una atención privilegiada. El se llevaba siempre que venía, un paquete de medio kilo de yerba Taragüi. Para las fiestas y los días patrios se le agregaba una botella de vino tinto Arizu o una de Jerez Tío Paco, y circunstancialmente  envuelto en papel madera, un par de milanesas o el resto de tortilla de papa,  depende de lo que se comiera.

Pucho Palo cuando llamaba a la puerta de casa, lo hacía con una habilidad digna de un billarista, utilizando su palo que era como una extensión de su brazo, levantaba y dejaba caer el llamador de la puerta con una rapidez y precisión que cuando el llamaba, sonaba como si alguien lo hiciera con la mano.

Seguramente todos ellos se deben encontrar  en algún lugar privilegiado del cielo.

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